Nuestraldea

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Por el camino de la historia

Los textos escolares despiertan un interés particular en padres, educadores y estudiantes. Esto sucede especialmente cuando comienzan las clases, ya que es el momento en que cada docente elige qué libro usará con ese curso, en ese año escolar.

En este artículo se trata de facilitar algunos criterios desde los cuales tanto padres como educadores puedan analizar los textos escolares, ya que la elección de uno u otro texto tendrá consecuencias que se extenderán a lo largo del año escolar.

Tengamos en cuenta que la historia de los libros no comienza con la escuela que hoy conocemos. Como todo producto elaborado por el hombre y la mujer, el libro y la escuela tienen una historia interesante de recorrer.

Comencemos por el libro. Durante siglos fueron los monjes los encargados de copiar los textos uno por uno y a mano. Su difusión masiva estuvo posibilitada por la invención de la imprenta en el siglo XVI, en el marco de la Modernidad. Modernidad que redefinió las relaciones sociales y posibilitó la expansión de los límites temporales, espaciales y del conocimiento. En este contexto se editó en 1658 uno de los primeros libros de texto: Orbis sensalium pictus, del pedagogp Juan Amós Comenio, en el cual figuraban tanto textos como ilustraciones. Comenio sostenía que la escuela debía ser un lugar agradable y que a ella debían concurrir todos, tanto niños como niñas.

Comenio imaginó a la escuela como la que transitamos a diario: un espacio donde niñas y niños aprendieran, con un único método y donde se enseñara “todo a todos”. Este formato recién se estructuró de ese modo hasta mediados del siglo XIX, momento en que se conformaron los estados nacionales – que necesitaban de ciudadanos alfabetizados-  y expandió la segunda revolución industrial – que requería de personas que pudieran desempeñarse provistos de ciertas habilidades y disciplinados, en las fábricas.

Mucha tinta ha corrido desde entonces, y diversos cambios ha experimentado la sociedad. En el presente, cuando algunas voces se alzan para cuestionar la obra escrita, llegando a la paradoja de publicar un libro para declarar la muerte del mismo, pero el libro no ha perdido su valor ni su practicidad.

Una decisión difícil de tomar

Los textos llegan a manos de los docentes por diversos medios. Están aquellos que  son sugeridos por otro docente, directivo o supervisor, también los que facilita un promotor o bien forman parte de una búsqueda personal.

Usualmente, en el inicio de cada ciclo lectivo los docentes asumen la decisión de elegir el texto que usarán durante el año. Esta tarea no resulta sencilla ya que múltiples variables intervienen a la hora de optar, desde los factores económicos hasta los pedagógicos y didácticos. El factor económico constituye una variable de peso ya que si se decide cambiar de libro de texto, algunos estudiantes no podrán usar el de sus hermanos o conocidos. En el caso de que efectivamente suceda esto, los valores de un texto nuevo se mueven en un abanico muy amplio, por lo que se deberá tener en cuenta que todos los estudiantes puedan adquirirlo. Superados estos obstáculos, para tomar la decisión final resulta imprescindible el análisis pedagógico- didáctico.

Para analizar un texto resulta necesario tomar como referencia algunos tópicos que guíen esta indagación, en este caso se trata indicadores concebidos como parámetros desde los cuales se los aborda, para interrogarlos. Cada indicador apunta a relevar datos sobre el texto, a fin de facilitar criterios desde los cuales se sostengan las decisiones.

Los indicadores seleccionados se hallan desarrollados con interrogantes. Ellos son: indicadores decorativos y de practicidad, indicadores de encuadre, indicadores de contenido e indicadores de evaluación

1- Indicadores decorativos y de practicidad
Los indicadores decorativos son aquellos aluden a la estética y son los primeros con los que nos encontramos cuando vemos un libro.

Muchas veces el modo en que el libro se presenta a la vista, sus fotos e imágenes llevan a decidir una elección. En este sentido, hay que ser muy cauteloso ya que el colorido puede acompañar el texto, pero nunca reemplazar el contenido a enseñar. La atención deberá dirigirse no sólo identificar la belleza ofrecida, sino también a reconocer en qué casos la estética sustituye al contenido.

Los interrogantes con los cuales se puede analizar este indicador son:
– ¿Cómo se presenta el libro? ¿Qué características ofrece?
– La presentación ¿es atrayente? ¿Podría decidir la elección del libro?
– Las ilustraciones ¿acompañan los textos o los sustituyen?
– ¿Resulta fácil de manipular?
– ¿La forma en que está encuadernado, resistirá durante todo el año?

2- Indicadores de encuadre

Los indicadores de encuadre son aquellos que enmarcan el punto de vista desde el cual los autores y/o la editorial fundamentan lo que dicen. En la mayoría de los casos el marco teórico no se halla expuesto. El riesgo que presenta esta situación es que las afirmaciones se exponen se presenten como las únicas posibles. A modo de ejemplo y para ver la importancia del tema pensamos en las diversas interpretaciones que hacen distintos historiadores de un mismo hecho histórico. Si se omiten otras voces sólo les quedará a los estudiantes una visión parcial, en este caso de la historia.

Para indagar el marco habría que ver si:

– ¿Se conocen los autores?
– ¿Se exponen sus marcos teóricos?
– ¿Se enuncian las fuentes?
– ¿Se conoce la bibliografía tomada como referencia?

Es posible que no se exponga pero se pueda inferir, en ese caso hay que ver si está inscripto en el marco de la propuesta curricular de la jurisdicción.

3- Indicadores de contenido
Un contenido puede definirse como aquello que se va a enseñar.  La forma en que estos son presentados se halla en estrecha relación con lo que se enseña, es decir las distintas presentaciones del contenido, promueven significaciones diversas. Así por ejemplo si la información es presentada en «pequeñas dosis » se está abordando los contenidos desde un encuadre conductista donde lo que se trata de que no surja el error porque si esto sucede debe eliminarse, y no desde una perspectiva crítico- reflexiva donde el error puede conducir al replanteo de lo conocido.

– Las preguntas posibles son:
– ¿Cómo son tratados los contenidos: fragmentos de información, temáticas, o problemas a resolver?
– ¿Se favorece la confrontación de distintos puntos de vista?
– ¿Los textos son suficientemente ricos y completos como para trabajar con ellos o son tan sintéticos que constituyen en sí mismos resúmenes?
– ¿Fomenta la contrastación de lo expresado con la realidad de estudiante?
– ¿Presenta al conocimiento siguiendo un ordenamiento lógico, psicológico o ambos?
– ¿Utiliza un lenguaje técnico, coloquial, infantilizado, científico u otro?
– ¿Qué relación propone entre imagen y texto: sustitución o de complemento?
– ¿Qué relación se sugiere entre un contenido y el otro: continuidad, discontinuidad, conflicto, indiferencia?
– ¿Presenta documentos que complementen lo expuesto?

4- Indicadores relativos a la evaluación
La  evaluación se presenta tanto en las actividades sugeridas al finalizar los temas como en propuestas que llevan esta denominación.

Los posibles interrogantes son:
– Los contenidos ¿se presentan respetando la secuencia clásica del conocimiento, es decir de lo simple a lo complejo o promueven el «conflicto cognitivo»?
– ¿Se propicia la búsqueda individual o grupal a través de actividades de  investigación?
– ¿Se plantean situaciones problemáticas?
– ¿Se contemplan propuestas cooperativas de trabajo?
– ¿Se posibilitan espacios de reflexión, de compromiso por parte de los que participa en el trabajo?
– ¿Propicia la integración de conocimientos o son evaluados en forma aislada?
– Las actividades son creativas o monótonas?
– ¿Se procura el logro de competencias? ¿Cómo?

Seguramente tanto padres como docentes podrán sumar interrogantes a los planteados.

Para dar cuenta del contexto en que ese texto fue elaborado, resulta necesario buscar la fecha de impresión y lugar, además de la bibliografía usada. Considero que esos son datos indispensables para una primera aproximación al libro.

Bibliografía

-Tenutto, M (1998) Cuadernos de clase y textos escolares Mimeografiado, Buenos Aires.
-Tenutto, M (2001) Herramientas de evaluación en el aula, Magisterio del Río de la Plata, Buenos Aires.